Siempre llega el día en que te baja la depre, andas con plata, compras copete y verdicidas, te encierras en tu pieza, armas tu kit de auto tortura emocional y te pones a chupar...
Abres la primera botella y ya el olor te indica como se vendrá la noche. Partes con música motivada como para hacerte la fuerte y no caer derrumbada al piso de una, porque aunque nos las demos de power y súper mujeres cojonudas, en esos días depres de mierda, sabes que sí o sí terminarás mal.
Empiezas a pensar en las cosas lindas de la vida "para que achacarse si la vida continúa", "mañana será otro día", "todo pasa por algo"... y todas esas cursilerías, que en estado de cordura emocional, no las nombrarías ni por broma.
Derrepente reaccionas y te das cuenta de que te queda mucha vida, falta ene para que sea mañana y me vale madre que todo pase por algo... "por qué a mi?" - pienso - "por qué!!" y te viene el primer tiritón de pera que hace que te duela hasta el alma... acto seguido abres la segunda botella, cambias la música y sacas tu cajita con recuerdos ñoños que los guardas sólo para éstos días de mierda.
Empieza la pena, maldita pena, todo te duele, lloras como enferma, como si estuvieran matando a tu ser más amado frente tuyo, piensas tu vida como una tragedia griega y sigues llorando...
Entre lo tomado y lo fumado, la cosa se empieza a distorsionar y se te empieza a olvidar el por qué de tu pena, aunque en verdad, nunca hay una certera razón, simplemente te dió la w*a y querías chupar llorando.
Ya con la tercera botella, te repones emocionalmente, te secas las lágrimas, te fumas otro, ves doble y se te pasa todo... Planificas lo que será tu vida de ahora en adelante, las cosas nuevas que quieres hacer... los desafíos que quieres afrontar... sientes tu alma liberada y limpia, botaste toda esa mierda acumulada, porque puta que acumulamos y nos guardamos cosas... en fin, ya a la mitad de la tercera botella te das cuenta que estás raja pero feliz por haber logrado superar la crisis.
Al día siguiente amaneces con caña, no entendiendo mucho, recordando nada, pero con un alivio que sólo el chupar llorando te puede dar.
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